Inside

Por: Kenya F. Bayrón Guenard

En mis 17 años de vida, puedo decir que he vivido situaciones intensas; ya sea huracanes, terremotos o algún desastre natural pero, ninguno me ha marcado tanto. Sin embargo, la situación más fuerte que me ha tocado vivir es el racismo. Esto es algo que te marca por siempre y para ser tan desagradable, ocurre frecuentemente. Lo he experimentado más de lo que me gustaría, puedo decir que he experimentado el racismo dirigido hacía mí y a la misma vez no. Siempre recuerdo como un amigo de la familia hizo un comentario sobre J.R Smith, un jugador profesional de la NBA, y dijo: “Si ese no estuviese jugando allí, estaría preso porque con ese aspecto…” J.R Smith es un hombre negro con varios tatuajes. He visto a través del tiempo y sigo viendo en el presente, como el racista se manifiesta con otrx pero aunque el comentario no sea dirigió hacia a ti, duele igual.

Toda mi vida me han preguntado por qué no me aliso el cabello o me suavizo la vuelta de mis rizos; comentarios que hieren, hieren mucho. Cada vez que entro a tiendas y un policía me persigue sin razón alguna, me hiere. Cuando mujeres blancas abandonan elevadores al verme entrar, me hiere. 

Un comentario que me hicieron hace poco fue: “Me gusta como eres negra y tan orgullosa.” Al principio lo tomé como un halago, pero luego pensé más a fondo y le dije: ¿Por qué no tendría que estar orgullosa de mi color de piel, de lo que soy, acaso tú te sientes defraudadx por blancx? 

Cuando yo era una niña de 6 – 7 años, me preguntaba por qué era así y no me parecía a las muñecas que mis amigas tenían o la única Bratz rubia que tuve. Si pudiera contestarle a esa niña, le diría que es hermosa, que su negritud, su afro y su sonrisa son hermosas.

Agradezco a mis padres por enseñarme a amarme aunque el mundo no lo haga, a alzar la voz cuando yo o cualquier otrx fuese marginado y siempre buscar la justicia.

“You can’t separate peace from freedom because no one can be at peace unless he has his freedom”

-Malcolm X