
Evaristo Angurria se describe como un obrero de la publicidad, pero su trabajo trasciende la industria. Con un trasfondo en diseño gráfico, se lanzó a pintar murales para plasmar la realidad dominicana. Sus obras se nutren de su experiencia creciendo en los barrios de República Dominicana, y buscan romper con la imagen prístina que presentan los medios para atraer el turismo a la isla.
Sus murales de mujeres en rolos son la estampa de su carrera y traen a primer plano las relaciones entre mujeres dominicanas. Hoy es reconocido por su trabajo artístico tanto como el publicitario. En conversación con Hugo Reyes y Natalia Merced, habló sobre sus influencias, trayectoria y la justicia racial en su país.
HR: ¿Cómo llegaste al arte?
Desde que tengo uso de memoria estoy dibujando. Fui a estudiar publicidad y conocí el diseño gráfico. Mi intención era entrar a una agencia de publicidad como dibujante haciendo storyboards y todo eso. Precisamente en el momento que yo entro al campo es que se disparó la parte digital en las agencias. Así que, los dibujantes se eliminaron del departamento de diseño y de ahí estudié diseño gráfico. Me he desarrollado durante 18 años trabajando en agencias, y también como ilustrador freelance. Yo no me considero un artista, yo soy un obrero de la publicidad.
Me incliné a pintar muros y salir de la monotonía frente a una computadora cuando empecé a hacer lettering. Trabajando con Young & Rubicam es que tuve mi primera experiencia pintando en paredes. Yo nunca hice graffiti y ni siquiera era algo que tenía en el radar. Sin embargo, luego de pintar mi primer muro no he parado.
A principios de los 2000, no había una identidad visual dominicana. Un amigo mío, Marcos Córdova, me dijo “vamos a tener una identidad gráfica dominicana cuando empecemos a hablar de temas dominicanos”, y eso me explotó la cabeza.
Durante toda mi carrera estuve ignorando mis vivencias como carajito en los barrios de República Dominicana. Entonces, con el conocimiento que tenía de diseño gráfico y mis vivencias, me pregunté: ¿qué puede salir de ahí? Esa fue la primera vez que tuve un encuentro íntimo con lo que yo soy, partiendo del diseño.
NM: ¿Quiénes son tus influencias?
A principios del 2000, en República Dominicana salió la primera generación de publicistas formados en publicidad. En esa generación están nombres como Rita Indiana –que en ese tiempo era copywriter–, Ángel Rosario y Amaury Sánchez, personas que trajeron una nueva visión a la publicidad. Le llamaban “publicidad con grajo”. Era una publicidad chocante, diferente y tenía raíces. Paralelamente también estaba surgiendo una escena musical y artística que estaba haciendo cosas disruptivas y apelando mucho a lo local.
Comenzaron a darle prioridad a la realidad dominicana, a lo local, y rechazar la idea de que tenemos que limpiar nuestra imagen para vernos de afuera. Esa idea de que la manera que hablamos, lo que comemos, hacemos y cómo nos vemos está bien, de ahí fue yo arranqué.
«La razón por lo que yo siempre busco presentar a una mulata voluptuosa es porque así se ven la mayoría de las dominicanas y quiero representar eso.»

HR: ¿Por qué es tan importante la imagen de la mujer en rolos?
Mi mamá tiene un salón de belleza y era cotidiano que yo siempre estaba alrededor de mujeres cuidándose el pelo y haciéndose rolos. En el 2007, se me presentó la oportunidad de competir para ganar la portada de una revista digital japonesa que se enfocaba en diseño. No quería trabajar una portada que se pareciera al diseño europeo. Así que comencé a buscar qué expresa mi esencia para plasmarlo en ilustración. Mi propuesta fue una mulata gorda sentada con una laptop mientras le hacen rolos. La ilustración no ganó, pero fue la primera vez que tuve ese contacto con la mujer en rolos.
NM: ¿Cómo describirías el diseño afrocaribeño y cómo lo ves evolucionando?
Yo siendo dominicano nacido y criado aquí, puedo decir que hay un complejo racista. Para mi, lo más importante de este movimiento es que trae el tema a conversación. Hace un par de años, ese tema no se hablaba. Había mucho racismo internalizado. Ahora es mucho más visible el orgullo negro. Tal vez, no hemos avanzado tanto como quisiéramos pero hemos visto resultados. La razón por lo que yo siempre busco presentar a una mulata voluptuosa es porque así se ven la mayoría de las dominicanas y quiero representar eso.

HR: ¿Cómo ves que se ha materializado el llamado por la justicia racial en República Dominicana, especialmente considerando su relación con Haití?
Aquí todavía falta. Desde que República Dominicana se independizó de Haití en el 1844, Haití no es una amenaza para nosotros. Todavía hay personas que dicen que son una amenaza y repiten un discurso nacionalista que es racista porque no mantienen la misma energía hacia los europeos o los gringos. Es esa doble moral de querer agarrarse de algo para sustentar una idea irracional y estúpida. Sin embargo, hay muchas personas que son conscientes. Tenemos culturas muy distintas, desde el idioma hasta la comida, y todavía no hemos aprovechado nuestra cercanía para compartir más entre países.

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